Camino de Santiago, etapa sexta: de Los Arcos a Logroño
El día va llegando y, antes de que amanezca, suena el despertador. Has dormido profundamente, y te sientes reconfortado. Además, si las fuerzas acompañan -y todo parece indicar que si-, llegaras a una gran ciudad: Logroño, en la que nunca has estado.
Reina el silencio en la gran sala del albergue, así que tienes cuidado en no despertar a nadie más. Haces los 10 kms del tirón hasta la primera parada en Torres del Río, donde paras a desayunar algo.
Iglesia de planta octogonal en Torres del Río |
Tan animado estás que, en el camino hasta Viana, oteando a lo lejos lo que parece el contorno de una gran ciudad, aceleras tu paso; tanto, que en algunos tramos empiezas a correr. Tanto, que llegas a Viana antes del Mediodía.
Viana es el último pueblo navarro antes de entrar en la Rioja. No te adentras, pues quieres llegar a Logroño, y sólo ves la parte industrial, bastante desarrollada a juzgar por la cantidad naves industriales y camiones que alberga.
Camión en Viana |
Antigua fábrica Marbú, cerca de Logroño |
La salida se hace un poco complicada, pero finalmente encuentras el camino. El camino es ancho, pero parece serpentear en algunos tramos alrededor de la carretera que, asfaltada, plana y recta, llega hasta Logroño, así que haces parte de tu recorrido por ella.
Perspectiva de Viana |
Finalmente el camino se separa bastante de la carretera, y decides seguirlo. Así llegas hasta la ermita de la Virgen de Cuevas, todavía en Navarra. En este punto del camino, el trayecto está muy transitado; ya es casi mediodía y se juntan los peregrinos madrugadores que llegan de Los Arcos, con los menos madrugadores de Torres del río y los perezosos de Viana.
Ermita de la Virgen de Cuevas |
Entras a Logroño por el puente de Piedra. Te llama la atención que las señales que indican el camino han cambiado de forma al entrar en La Rioja. Cada región tiene su propia forma de señalizar el camino. También está peor señalizado; cuando entras en la ciudad, pierdes de vista las señales.
Iglesia de Santa María de Palacio, Logroño |
Siguiendo la calle Herrerías, ves alguna indicación del albergue. Estás en una plaza con nombre conocido: "Plaza de la Oca". Arturo Pérez Reverte escribió un guión para una miniserie de televisión; la acción transcurría en el camino de Santiago y la trama se articulaba en torno a una serie de asesinatos que tenían como trasfondo el juego de la Oca. Ésta plaza tenía cierto protagonismo en la serie. El caballo de Santiago, en la cercana iglesia, tiene le mismo aspecto imponente que en la serie.
Iglesia de Santiago el Real, Logroño |
Doblas la esquina y te encuentras una sorpresa no esperada: en la calle Santiago está la casa natal de los hermanos Delhuyar, descubridores del wolframio. Sacas tu cámara para fotografiar la placa conmemorativa cuando unos gitanillos que están jugando cerca con su churrumbel en carricoche se acercan y te piden que le saques una foto. Te sorprende, pero accedes; ponen a su hermanito bajo la placa y haces la foto. Un poco sorprendidos porque mi cámara sea vulgar y corriente, y no que saque instantáneas, se sienten decepcionados por no poder ver la foto.
Gitanillo frente a la placa de los hermanos Delhuyar |
Llegas por fin al albergue y encuentras alojamiento. La distribución de los dormitorios en este albergue está muy bien conseguida. En una sala amplia, se han dividido con mamparas cubículos de 2 literas cada uno, dando así una cierta sensación de intimidad.
La etapa ha sido larga, más de 27 km y decides tumbarte un poco para descansar, con la idea de no quedarte dormido, pues quieres visitar la ciudad. En la litera contigua se instala un matrimonio; te alegras, porque parece gente respetable. Estás a punto de aprender un pequeño truco: la forma más eficaz de quedarte dormido es intentar mantenerte despierto. Quieres mantenerte despierto, no quieres dormirte; sólo pretendes descansar tumbado y, sin poder evitarlo, caes en los brazos de morfeo.
Te levantas malhumorado por la siesta - es algo que no puedes evitar - y decides dar un paso., así que no pierdes tiempo y recorres las calles más comerciales de Logroño en busca de una heladería. Sin buscarlo, tropiezas con el antiguo palacio de Espartero, ahora convertido museo de La Rioja.
Palacio de Espartero |
Almacenes de calle Sagasta |
Disfrutas de tu helado bajo un sol tórrido. Tienes la impresión de que en esta ciudad, la gente es distinta a los navarros. Aunque los navarros del sur te han parecido más accesibles que los del norte de Pamplona, aquí la gente es aún más agradable. Además, tienen ese acento de la ribera del Ebro que tanto se parece al de Aragón.
Terminas el helado dando un paseo hasta la plaza del Espolón, presidida por una magnífica estatua escuestre de Espartero. Las referencias al personaje son numerosas en toda la ciudad. Oriundo de Ciudad Real, fue por Logroño donde obtuvo su acta de diputado, así como el lugar elegido para su retiro. Alfonso XII, al volver a España desde Francia para su coronación, se detuvo en Logroño para pedir consejo al retirado y anciano general.
Plaza del Espolón |
Estatua de Espartero |
De vuelta al albergue, pasas dos veces por la catedral de Logroño, que es visita obligada, pero está cerrada por obras
Puerta lateral en la Catedral de Logroño, flanqueada por contenedores de basura |
Calle Portales, Logroño |
El albergue está muy cerca de la catedral de Logroño, que es visita obligada, pero está cerrada por obras, así que no pierdes más tiempo y dedicas un rato a leer.
Fachada de la Catedral de Santa María de la Redonda |
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