Camino de Santiago, etapa decimonovena: de León a Villadangos del Páramo


Te levantas tarde, son las 8 pasadas y aún tienes que desayunar pero te lo tomas con calma. Cuando terminas, te despides del personal del hotel agradeciendo el trato afable que han tenido y abandonas León en dirección al Hostal de San Marcos, antiguo hospital de peregrinos reconvertido en Parador Nacional.
Vista frontal fachada San Marcos León
Fachada principal del convento de San Marcos en León, hoy Parador Nacional
Vista lateral fachada San Marcos, León
El antiguo convento de San Marcos es actualmente un Parador Nacional

Cruzas el río Bernesga por el famoso puente, echando un último vistazo atrás, pero todavía te queda un buen trecho para abandonar León. Te consuela pensar que la mayor parte del trazado será urbano; pero, como ya te sucedió en burgos, tras un breve descanso cuesta volver a ponerse en marcha.

Vista puente de San Marcos, León
Puente de San Marcos, León
Cruzas el río, pero no abandonas la ciudad. Densos bloques de hormigón acompañan primero tus pasos; después, zonas verdes espacian los edificios residenciales. El paso es firme y animado, la ciudad hace horas que está despierta y por la calle ves señoras que van a la compra.

Zonas verdes, león
Zonas verdes a la salida de León
Sabes que ya has salido de León cuando el camino transita por un polígono industrial. Tienes que estar atento a las señales del camino; a veces caminas sobre el cemento de la acera, y otras sobre la grava de un camino. Sólo reconoces el logotipo de la editorial Everest; el resto de empresas, son para ti desconocidas.

Cartel editorial Everest, León
Editorial Everest, a la salida de León

Llegas a Fresno del Camino, donde haces un pequeño descanso. Antes de entrar al pueblo, escuchas el sonido de un motor a reacción; se trata de un avión que vuela más bajo de lo habitua; aunque no se ve desde el camino, sabes que el aeropuerto de León queda bastante cerca.

Fotografía caza sobrevolando polígono industrial, León
Un caja sobrevuela el polígono industrial, a la salida de León
El camino desde Fresno hasta Villadangos del Páramo discurre separado pero paralelo a la autovía. Son 12 kilómetros hasta el final de la etapa que caminas a buen ritmo, haciendo un par de breves descansos por el camino. Comes algo y llegas al albergue bien entrada la tarde.

Es un albergue municipal, bien cuidado; parece que han aprovechado las antiguas escuelas. Lo mejor es el cuidado jardín con césped que hay afuera. Tienen también unas mesas para comer al aire libre. En el interior, en vez de una sala común llena de literas, se aprovechan las antiguas aulas para colocar literas sin demasiada masificación. Una pequeña cocina permite hacer la cena o la cocina a los peregrinos.

Dejas tus cosas y vas a comprar para hacer una buena cena. Pasta con tomate te parece una buena opción; además, el chorizo de león que compraste en el mercado quedará bien. Mientras compras, se te acerca una mujer; en la treintena, habla castellano bajito y un cierto acento argentino. Se presenta: es peregrina, judía, vive en Israel pero se ha criado en Argentina; como tu, está haciendo el camino sola. Te propone hacer la compra a medias y compartir la cena. Aceptas. Se lo propone a alguien más, y así conoces a Jim, un angoleño que da clases de español en Portugal; formáis una mesa bastante intercultural.

Al terminar de cenar, otro peregrino se os une a la tertulia. Con él y con Jim os decidíis ir a tomar algo al bar del pueblo, que está abierto. Se os unen las chicas de la mesa de al lado; son de Huesca y llevas un rato hablando con ellas.

En el bar, pedíis un pacharán para cada uno; es la primera vez que lo pruebas, pero te encanta. Te recuerda en parte al licor de nueces que hace tu abuelo. A las chicas no les gusta tanto; así que, en parte por hacerte el hombre, acabas bebiéndote el suyo también.

Son de un equipo de baloncesto femenino de Huesca, y han empezado el camino en León. Para entrenarse, han hecho alguna caminata juntas desde Huesca hasta Alquézar; aún así, están preocupadas por si el camino se les hace duro. Como tu, tienen previsto llegar mañana hasta Astorga.

Cuando sales del bar, te sientes tan ligero que te parece estar flotando. La sensación no es en absoluto desagradable y llegas al albergue como transportado en una nube. Te despides alegremente de todos hasta el día siguiente y te acuestas, sin que te importe demasiado la hora -normalmente te acuestas dos horas antes-, quedando dormido al poco rato.

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