Camino de Santiago, etapa vigesimoséptima: de Puertomarín a Palas de Rey



Sales de Puertomarín siguiendo el trazado de la calle principal, hasta llegar a una estrecha pasarela que cruza uno de los brazos del embalse; todo está oscuro, aún no ha amanecido y las escasas luces de la vecina población se reflejan en el agua estancada. A partir de la pasarela, inicias un ascenso hasta la loma del monte San Antonio, que circundas. Cerca del desvío de San Mamed dejas la loma del monte, para incorporarte a la carretea. Amanece bajo un cielo cubierto.

Fotografía al amanecer de un orrio en Puertomarín
Orrio a la salida de Puertomarín
Estás en Toxibó -o, tal vez, en Gonzar- y aún no son las 7 de la mañana cuando una anciana lugareña se acerca caminando hacia ti por la única calle del pueblo. "¿Qué madrugadora!", piensas; sobre todo en Galicia, donde no es habitual ver gente paseando por los pueblos antes de las 10 ó las 11 de la mañana.
— He horneado estos dulces para los peregrinos —te aborda de buenas maneras— ¿te apetece uno?

Realmente no te apetece, no te entusiasman los dulces y mucho menos unas obleas delgadas y aceitosas a las 7 de la mañana, sin un café que ayude a digerirlas. Pero como te parece feo hacer un desprecio a alguien que se levanta tan temprano para ofrecer benéficamente -¡pardillo!- el fruto de su trabajo a los peregrinos, aceptas y comes una.

— La gente me suele pagar la voluntad — Te espeta la vieja, sin esperar que el último mordisco pase por tu reseca garganta. Sí; has caído en otra "trapaza" gallega.

Rebuscando en tu monedero, sólo encuentras una moneda de 2 €; bastante considerando que la harinas empleada en elaborar la fuente entera no llega ni a los 50 cts., pero se la ofreces deseando largarte cuanto antes

— ¿Te apetece otro? — Pregunta al ver la moneda, tal vez esperando cobrarla al mismo precio
— No, señora, no te apetece.

Y es que no debes olvidar que estás en la España profunda, donde la dura lex, sed lex de los romanos no tiene para los locales más reminiscencias que el color ámbar de las vajillas de los años 50. Ya en el Liber Santi Iacobi aparece la siguiente anécdota sobre los hospederos que van al encuentro de los peregrinos en estas latitudes:
"Después de acercárseles, saludarles y hablarles de otras mi cosas, les dicen: «Hermanos míos que vais hasta Santiago, yo soy un próspero ciudadano de su ciudad, y he venido aquí no para conseguir huéspedes, sino para hablar con un hermano mío que habita en esta villa. Si queréis disfrutar de una buena hospitalidad en Santiago, hospedáis en mi casa; decid a mi mujer y a mis familiares que se ocupen de vosotros por el amor que me tienen. Yo os daré una señal para que se la mostréis»... y cuando éstos han llegado a su casa y se han hospedado en ella, una vez recibida la primera comida, la dueña de aquella hospedería les vende un cirio que cuesta cuatro monedas, por ocho o diez. De esta forma engañan los hospederos a los peregrinos de Santiago"
En medio de la etapa, cerca de Ventas de Narón, a la altura en que dejas la carretera, se alzaba el Hospital de la Cruz, del que no queda ningún vestigio. En la propia localidad de Ventas, algunos han querido localizar el Sala Regine que cita Aymeric.

El crucero de Lameiros es uno de los más famosos del camino; situado cerca del pueblo, en el espacio arbolado donde antaño se situaba un hospital benéfico de peregrinos, su presencia es notoria para todos los peregrinos que pasan. La cantería en su base representa el martirio y muerte de Jesucristo, en contraste con la cruz, donde aparece un relieve de la Virgen.

Fotografía del crucero de Lameiros
Crucero Lameiros

Desde Portos se suceden otra vez hasta Palas del Rey; Lestedo, Valos, Mamurria, Brea, Rosario... Alguno con magníficas instalaciones deportivas pese a lo exiguo de su población; enormes carteles dan publicidad del riego de fondos europeos que han posibilitado tan necesaria inversión.

Por fin, llegas a Palas de Rey; es mediodía, y pronto ves a tu padre salir a tu encuentro. En realidad, ya lo esperabas, aunque el confiaba darte una sorpresa. Tus padres venido en coche para acompañarte en tus dos últimas etapas.

Fotografía entrando a Palas de Rey
Iglesia y crucero románico, Palas de Rey

Te alojas en el albergue municipal mientras ellos se alojan en un acogedor hotel, junto a la carretera. Comes con ellos, una comida caliente y en compañía. El hotel (u hostal, tanto monta) es un negocio familiar y sus responsables son mucho más atentos y amables que la mayoría de hospederos voluntarios del camino. A los postres, preguntáis por los Pazos de Ulloa y os dan explicaciones sobre cómo llegar en coche. Se une a la conversación el maestro del pueblo, que estaba tomando café, para explicaros algunos detalles sobre la historia y la situación actual de los Pazos; es una conversación agradable.

Tras la visita, te vas a dormir al albergue mientras tus padres duermen en el hotel; quedáis a las 6 menos cuarto de la mañana a la salida del pueblo. El coche se queda aparcado junto a la acera del hotel, cuyos dueños se ofrecen a vigilarlo.

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