Camino de Santiago, etapa vigesimonovena: de Arzúa a Monte del Gozo



Te despiertas unos minutos antes de que suene el despertador, rodando inquieto en la mullida cama del hotel. Sabes que, si todo va bien y aguantáis los más de 30 kilómetros que os separan del Monte del Gozo, hoy por fin verás la ciudad de Santiago. Aunque el día que os queda por delante sea duro, esto está ya hecho.

Recogéis, dejáis la llave de la habitación en recepción y partís un poco más tarde que de costumbre. Tomando el camino de tierra que abandona Arzúa entre robledales. Así camináis de un tirón hasta Boavista, a cuya altura perdéis de vista el camino y tomáis la dirección más razonable hasta la carretera, donde está Salceda, encontrando de nuevo el camino.

Paráis a desayunar en un bar junto a la carretera mientras os reponéis de estos primeros 10 kilómetros. Consultando la guía y oteando el recorrido de la carretera, compruebas que el camino se alarga serpenteando el recto trazado de la vía, por lo que decides ahorrar pasos caminando por la calzada hasta Arca, donde vuelves a tomar el camino cerca de la estación de servicio en una ligera pendiente hasta San Antón, ya pasado el mediodía.

El día es excepcionalmente bueno, las nubes os protegen del son sin descargar ni una gota de agua en todo el recorrido. El camino ha sido también bastante llano, y lo habéis recorrido con calma, sabiendo que os queda mucho por delante.

Antes que el río, donde antaño paraban los peregrinos para asearse antes de la entrada a Santiago,  encontráis el aeropuerto de Lavacolla. El camino se desvía levemente a su paso siguiendo el contorno final de la pista de aterrizaje.

Fotografía final pista aeropuerto de Lavacolla
El aeropuerto de Lavacolla junto al Camino
Son las 3 de la tarde, decidís parar a comer; no aparece ningún restaurante indicado en la guía pero encontráis entre San Palo y el pueblo de Lavacolla un buen sitio para comer. Dada la hora, no queda ningún peregrino comiendo, sólo gente de paso. Tomas lo más frugal del menú, las ganas de llegar pueden contigo y lo que menos te apetece es comer. Pero lo necesitas, porque tus pasos han ido perdiendo impulso conforme avanzaba el día.

A la salida, consultas en plano pero no aparece indicada la distancia. Un paisano a la salida del local os dice que ya os quedan apenas 2 kilómetros o menos hasta el monte del Gozo. Lo miras extrañado: si el plano está a escala, y sabes que aproximadamente lo está, queda bastante más. Cerca de la ermita de San Roque, en el inicio del camino hacia Villamayor, una chica que está aparcando os da información más exacta: unos 6 kilómetros.

En este tramo final, no hay pérdida: el Camino está señalizado con claridad por una amplia pista asfaltada que discurre hasta las inmediaciones de la televisión pública (regional y estatal). Estás inquieto, tienes ganas de llegar y aceleras el paso dejando a tus padres atrás: les esperarás a la entrada de San Marcos. Tu paso es tan inquieto que te aceleras; te falta poco para arrancar a trotar.

Panorámica última subida Monte del Gozo
Último repecho hasta Monte del Gozo
Por fin, llegando a la cima, puedes ver intuir Santiago de Compostela. Cuando alcanzas la altura suficiente, te paras a otear la ciudad. Está demasiado lejos para distinguir con claridad los edificios, pero cuando consigues ubicar el centro de la ciudad, una masa de árboles de un bosquecillo cercano se opone en tu línea de visión, entre la catedral y tu posición. Intentas buscar una posición más favorable, pero no hay manera; tendrás que conformarte con verla -más bien intuirla dada la distancia- desde el interior del complejo hospitalero de San Marcos. ¡Tanto tiempo imaginándote este momento y al final un puñado de árboles te estropean la fiesta! "Con la cantidad de incendios forestales que ha habido este verano", piensas, "y estos cuatro árboles sin quemar"...

A la entrada del complejo, una enorme mole se levanta en forma de monumento conmemorativo, Los relieves muestran al anciano papa Juan Pablo II en su visita a Santiago, como un peregrino más. Te gustaría poder subirte a lo alto del monumento y contemplar la perspectiva, como a hombros de un gigante, pero no te ves capaz.

Vista monumento a Juan Pablo II, Monte del Gozo
Monumento a Juan Pablo II, entrada al Monte del Gozo
Pasa más de media hora hasta que llegan tus padres, mucho más cansados que tu. No encontráis posada en el albergue de peregrinos, pero sí en un hostal dentro del propio complejo, en una especie de 'bungalow' para los tres. Después de asearos, decidís hacer una pequeña escapada en autobús a la ciudad.

La parada está dentro del albergue; el autobús llega con retraso, sois los únicos ocupantes y no arranca. Buscáis con la mirada al conductor, cuando aparece cargado con una gran garrafa de agua; al parecer falla el sistema de refrigeración y va perdiendo líquido, así que tiene que reponerlo en cada parada. Os cuenta, además, que le espera un grupo de solteronas para que las lleve al centro, y que su integridad física puede peligrar si no aparece...

Por fin arranca, y en la segunda parada se monta el esperado grupo de marujas. ¿Cómo sabía el conductor de una línea regular de transporte urbano qué usuarias iban a subir, y para qué, es un misterio que se te escapa.

Bajáis en una parada relativamente cercana a la catedral; aún tenéis que callejear hasta llegar. Entras en la sacristía para que te sellen la compostela, pero pidiendo que figure la fecha de mañana, que es cuando realmente llegarás a pie (y no en autobús, que es una forma más cutre y cómoda, pero nada peregrina). Amablemente, te dicen que no pueden hacer eso, así que mañana tendrás que volver a hacer cola.

Hacéis una rápida visita a las calles adyacentes y a la catedral, prestando atención en el horario de apertura y misas, y volvéis pronto de vuelta. De vuelta a la parada, al cruzar un paso para peatones, vais pasar al mismo conductor de antes, quien os saluda. Tomáis el siguiente autobús de vuelta al albergue.

La cena se sirve en un gran comedor dentro del complejo. Es un autoservicio muy limpio y bien organizado. Allí os juntáis peregrinos, hospederos, veraneantes y algún que otro vecino del lugar. El trayecto de mañana hasta Santiago es corto, tal vez una hora como mucho; retrasáis la hora del despertador hasta poco antes de las 7 de la mañana.



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